En la mitología griega, Ares (en griego antiguo Ἄρης Arês o Ἄρεως Areôs, ‘conflicto bélico’) se considera el dios olímpico de la guerra, aunque es más bien la personificación de la fuerza bruta y la violencia, así como del tumulto, confusión y horrores de las batallas,[1] en contraposición a su hermanastra Atenea, que representa la meditación y sabiduría en los asuntos de la guerra y protege a los hombres y sus habitaciones de sus estragos. Los romanos le identificaron con Marte, dios romano de la guerra y la agricultura (al que habían heredado de los etruscos), pero éste gozaba entre ellos de mucha mayor estima.
Se le representa como hijo de Zeus y Hera, aunque existe una tradición posterior según la cual Hera lo concibió al tocar una determinada flor, en lo que parece ser una imitación de la leyenda sobre el nacimiento de Hefesto, y es recogida por Ovidio.[2] También existe una leyenda similar sobre el nacimiento de Eris, diosa de la Discordia. Su lugar de nacimiento y auténtico hogar estaba situado lejos, entre los bárbaros y belicosos tracios,[3] y a él huyó cuando fue descubierto acostándose con Afrodita.[4]
Los helenos siempre desconfiaron de Ares,[5] quizá porque ni siquiera estaba influenciado por el espíritu de pertenecer a un bando, sino que a veces ayudaba a una parte y a veces a la otra, según le dictaban sus inclinaciones. Su mano destructiva se veía incluso tras los estragos provocados por plagas y epidemias.[6] Este carácter salvaje y sanguinario de Ares le hacía ser odiado por otros dioses, incluidos sus propios padres.[7
En la mitología romana, Marte, en latín Marte, era el dios de la guerra, hijo de Júpiter en forma de flor y de Juno. Se le representaba como a un guerrero con armadura y con un yelmo encrestado. El lobo y el pájaro carpintero eran sus símbolos. Tuvo dos hijos con Venus: Fuga y Timor (respectivamente Deimos y Fobos para los griegos).
El dios Marte proviene del Ares griego de Tracia, donde su culto no estaba muy difundido, y no tenía repercusiones morales o sociales. Ya existía, en cambio, esta deidad en Atenas, donde tenía un templo en el Areópago (en griego, ‘colina de Ares’).
Antes de la guerra se le ofrecían sacrificios, y aparecía en las batallas acompañado por la diosa guerrera Duellona (para los griegos, Belona). Esta diosa era originalmente una divinidad sabina, de nombre Nerio, que más tarde fue identificada con Minerva. Llevaba un casco, un escudo, una lanza y una antorcha, por lo que también se identificó erróneamente con la diosa Enio, divinidad de la guerra. Hija de la hermana gemela de Marte, Eris diosa de la discordia.
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